LA CLAVE DEL ÉXITO EN LOS CENTROS EDUCATIVOS (I)
El papel que juega la pertenencia
Los centros educativos, como cualquier organismo o institución, son sistemas que se conforman con elementos que se influyen entre sí. Y como todo sistema, se rige también con unos órdenes. Si estos órdenes se cuidan, lo harán fluir, crecer y desarrollarse con todo su potencial hacia sus objetivos educativos. Si, por el contrario, hay desórdenes, será difícil que se alcancen esos objetivos.
Los órdenes que rigen cualquier institución y que generan armonía según la psicología sistémica de Bert Hellinger, son tres: El orden, la pertenencia y el equilibrio.
Angélica Olvera llamó Pedagogía Sistémica a estos principios cuando los aplicamos en organizaciones educativas en el 2002.
Hablemos de la pertenencia:
Para una manada de mamíferos, si un miembro de la manada se separa de ella, normalmente carece de protección, se enfrenta a depredadores y le es más difícil sobrevivir. Para una cría, la separación de su madre o manada, implica la muerte. La manada también necesita de todos para crecer y desarrollarse. Y todos necesitan sentirse que forman parte y tienen su lugar. Eso comporta seguridad y bienestar. Esta es una memoria biológica y emocional que llevamos todos como mamíferos desde tiempos inmemoriales.
Para que un sistema fluya, es importante que todo el que pertenece al sistema, tiene derecho a ser reconocido, visto, valorado y tenido en cuenta.
En los centros educativos todos los alumnos inscritos y sus familias, así como los trabajadores del centro, tienen ese derecho mientras pertenezcan y por el tiempo que estuvieron en la institución.
La historia del centro, los distintos equipos directivos, todo lo que sucedió antes forma parte de lo que conforma el centro en el presente. La inclusión no permite que nadie ni nada sucedido sea excluido del sistema.
De esta manera si un director estuvo en un centro pongamos 10 años haciendo su papel y luego llega otro director y desestima todo lo hecho anteriormente como caduco, antiguo, se deshace de tradiciones o menosprecia la labor, el legado y lo que hubo antes, lo más probable es que encuentre muchas resistencias a esos cambios que se percibirán impuestos, demasiado rápidos y desgastantes por quien tenga que implementarlos o recibirlos.
Para entender el papel de la pertenencia, también hay que comprender primero que cada persona que hace vida en el colegio pertenece a un sistema familiar al que nunca deja de pertenecer. Un sistema que le ha proveído de creencias, de dinámicas particulares y basándose en él, va a actuar en los otros ámbitos o espacios de su vida y, por tanto, va a condicionar su actuación en el centro.
Así, a través de lo que nos hace pertenecer a nuestra familia, aprendemos a pertenecer a otros grupos y sistemas. Es por ello que dentro de los centros educativos, cuando observamos un docente o un alumno que repite siempre el mismo patrón y no se adapta al grupo o a la institución, o siempre acaba sintiéndose rechazado por sus compañeros, lo más probable es que este sentimiento provenga de alguna situación familiar, de la cual debe ocuparse.
¿Cómo se protege y fomenta el sentido de pertenencia?
Estas pueden ser ideas que he visto que funcionaban para generar un buen clima y cohesionar los equipos de docentes.
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Desde el primer momento que un nuevo docente se incorpora a un equipo de trabajo de la escuela, se puede planificar una acogida. El director Informarle de manera individual del funcionamiento del centro, Darle acceso a los documentos importantes del centro, establecer un compañero que le acompañe y vele durante unos días para que le ponga al corriente de las normas, decisiones y maneras de funcionamiento de la institución. Aprovechar la primera reunión de equipo para presentarle y darle la bienvenida.
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Si en el mes de junio se sabe qué personas nuevas van a incorporarse en septiembre a la escuela, invitarlos a la reunión de cierre del curso para hacer una presentación y desearles feliz verano. Es muy bonito cuando cada docente les explica como vivieron ellos, su propia entrada al centro y lo que les llamó la atención. Les dan recomendaciones y sugerencias. Hacer eso genera un clima de ilusión, calma y motivación en su incorporación al centro en septiembre.
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Reconocer el trabajo de todos los docentes y respetarlos como personas y profesionales. Involucrarlos en los proyectos y actividades. Tomar en cuenta sus propuestas e ideas.
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Respetar el estilo propio de cada trabajador, en lo que se refiere a como hacen las cosas.
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Cuando un docente marcha es importante hacer un cierre, una despedida donde se reconozca el valor de su legado, de lo vivido y la experiencia.
Respecto a los alumnos, debemos preservar ese sentido de pertenencia al grupo y poner especial atención en aquellos que vemos que no encajan con el reto.
Hacerles sentir parte de la clase, independientemente de su rendimiento académico o de su conducta.
Un alumno siente que pertenece, en la medida que se le permite participar en las actividades, es escuchado, tomado en cuenta ante sus opiniones y se siente respetado.
A veces, inconscientemente, damos toda la atención a los estudiantes brillantes, a los muy necesitados o los que dan más problemas, teniendo hacia ellos preferencias, lo que nos lleva a tender a dejar un poco de lado al que pasa más desapercibido o no cumple con los estándares.
Un alumno que se siente valorado, miembro de su clase y de su escuela, va a generar un mejor rendimiento académico. Por eso debemos trabajar a través de intervenciones pedagógicas con el niño rechazado o aislado, realizando dinámicas en pro de su integración con el resto.
En las instituciones, en el momento que se comienza a excluir a algún miembro, ya sea ignorándolo, no manteniendo la misma comunicación que estableces con los demás o sacándolo de su trabajo de manera inadecuada, este excluido dejará una energía que buscará que sea reconocido.
A veces he visto como otro docente o alumno empieza a quejarse, a rebelarse o a comportarse como el que ha sido excluido.
Por ejemplo, un docente se va de la institución y sale de ella disgustado con la misma. No se realiza un cierre armónico con el centro, se va molesto y herido. Al poco tiempo hay otro docente que comienza a tener comportamientos o formas de trabajo que se parece al que se fue o con quejas, tristeza, rebeldía….
De igual forma ocurre con los alumnos, cuando un alumno es excluido o se va sin más por alguna razón, sin un proceso de cierre armónico, una despedida, un apoyo, pronto vamos a tener a otro estudiante que nos va a recordar a ese que se fue.