
Nuestra autoestima está construida a través de nuestra historia y nuestras experiencias con los demás.
Sobre todo, por el trato que hemos recibido nuestros cuidadores tempranos que, muchas veces, son inconscientes de los efectos que su relación con nosotros ha tenido en nuestra autoestima.
También existen creencias limitantes heredadas de nuestro sistema familiar como, por ejemplo: las mujeres deben aguantarlo todo, la vida es difícil, todo se gana con mucho esfuerzo, no mereces el éxito y otras muchas.
Todo afecta a la estructura de nuestra autoestima, pues, es uno de los conceptos más complejos que existen.
Señales de una buena autoestima:
- Pones límites a los demás en las cosas que te dañan, te limitan, te alejan de lo que tú eres y necesitas, aunque poner esos límites causen malestar a los que amamos.
- Eres capaz de sentirte válido, aunque no te escojan, te juzguen, te miren o te validen.
- Te perdonas y abrazas cuando has fallado sea como sea de grave y asumes tu parte de responsabilidad en eso.
- Te hablas mentalmente bien a ti mismo, sin compararte, sin desmerecerte, sin dureza, exigencia o crítica.
- Ante el desánimo, dificultad, fracaso, frustración, te animas a ti mismo rápidamente con fuerza y voluntad.
- Las acciones son coherentes con la voz de tu alma, tu esencia, lo que eres en realidad y con lo que vibras en este mundo, no se condicionan a lo que necesitan o esperan los demás, aunque eso signifique perderlos.
- No te quedas en algo que no te nutre, que no te satisface, aunque sea cómodo y te sostenga.
- Eres capaz de tomar riesgos razonables para ir hacia algo mejor para ti.
- No dejas que la resignación, tu zona de confort o los otros, te desvíen de lo que tú eres y lo que te llena y lleva a la salud y a la vida.
- Aunque tus acciones puedan causar sufrimiento en los que quieres, te mantienes firme en decisiones que te acercan a la salud y a la vida y pones límites en las que te alejan de ella. Aunque sea difícil decir no a los demás y causarles sufrimiento, dices NO para decirte a tu yo profundo, SÍ.
- Sabes qué necesitas y tienes suficiente autoconocimiento para saber qué es lo que te acerca a la salud y a la vida. Lo que te hace sentir lleno, en plenitud, lo que te mueve, lo que te vibra. Si no lo sabes, es que ya te perdiste en algo o en los demás hace tiempo.
- Ante los conflictos, eres capaz de gestionarlos, resolverlos sin agresividad, pero tampoco sin evitarlos o huir de ellos. Te sirven para aprender, crecer y vincularte de manera sana con otros.
- Ante las emociones, eres capaz de sentirlas y expresarlas de manera adecuada, sin huir, ni rechazarlas.
- Tienes capacidad de intimar; Sabes autorregularte porque sabes qué necesitas hacer para calmarte y no dañar. Y también corregularte con otros, es decir, calmarte con el contacto y la comunicación con otra persona empática.
- Dejas que te den. Aceptas los regalos y oportunidades de la vida, el universo y los demás porque te sientes merecedor. No te asustas o paralizas ante algo que te llegue y sientas demasiado bueno, caro o abundante para ti.
- Pides ayuda y la aceptas cuando la necesitas.
- Solamente das al otro lo que está dispuesto y puede recibir, porque no te frustras y te sientes valioso igual, aunque el otro no quiera recibirlo.
- Cuidas tu cuerpo priorizando actividades de ejercicio físico moderado, sin exigencia ni estrés.
- Cuidas tu cuerpo priorizando actividades que calman y relajan la mente.
- Cuidas tu cuerpo priorizando la alimentación adecuada, pero sin exigencia ni estrés.
- Cuidas tu cuerpo con actividades placenteras en tiempo y medida que no te perjudican física, emocional y mentalmente o con la relación con otros.
- Cuidas tu cuerpo con suficiente descanso y un sueño nutritivo.
Imaginaros una estructura en vuestra columna con todos los puntos antes descritos, como si fuera una tira de ADN. ¿Qué puntos están brillando con luz y qué puntos están apagados?
El amor incondicional y la autoestima, aunque esté muy dañada, siempre es algo que se puede mantener, fortalecer y reconstruir. Una buena autoestima es señal de buena salud mental y siempre va a ser fuente de salud física.
La baja autoestima produce desórdenes en el dar y recibir. Y esto conlleva secuelas. Los síntomas, enfermedades, dolores físicos, adiciones y las actividades placenteras que nos perjudican en las relaciones con los demás o perjudican nuestro estado físico, mental o emocional, acostumbran a ser reflejos del dolor interior que conlleva una baja autoestima.
En la Formación Sistémica de Crecemos Contigo, revisamos los pilares de nuestra autoestima y los traumas heredados que pueden estar afectándola.