+34 616 76 71 27 annamaria@etik.com

En los cuentos clásicos muchas veces se relatan escenas o moralejas para advertir y corregir niños con mala conducta y otras escenas violentas, machistas o que no corresponden a los valores actuales. Por ejemplo cuentos en los que la niña o niño desobedece y es comido, los bebes quedan solos y huérfanos, algún niño es humillado o es víctima de injusticias, hay violencia, hermanitos no vistos ante sus otros hermanos, la princesa es dormida durante años esperando un momento mejor o la trama lleva a un final horrible para el malo o incluso para todos.

Parece que todo esto es algo horrible y que un niño quizás no debería oír ni tan solo imaginar……..

Pero no debemos olvidar que los cuentos clásicos tienen reservada una maravillosa función que el adulto no entiende. Así como lo oyes.

Bajo el neocórtex de un adulto solo vemos violencia, machismo, injusticias… Pero para el neocórtex sin formar de un niño o niña que tenga celos, que tenga miedo a quedarse solo, que se sienta culpable del sufrimiento de sus padres y que esté en un hogar en que sus necesidades no estén bien atendidas o haya abandono, negligencia o sencillamente su familia pase por un momento difícil, los cuentos van directamente a su inconsciente y le proveen de ESPERANZA. Sí, así es y así lo he visto en sesiones terapéuticas con niños.

Pensad, por un momento, ¿Cuál era vuestra historia favorita de la infancia? ¿A qué se parece esa historia a la vuestra? ¿De qué esperanza os proveía?

La mía era la bella durmiente. Cayó un día en mis manos y recuerdo que tenía 6 años y me pareció la historia más bella de la tierra. De niña esperaba hacerme mayor y tener la familia que siempre había soñado. Eso me sacaría de todo dolor y me daría un lugar bueno en el mundo, lejos de mi madrastra y sus hijas. Mientras tanto me anestesiaba leyendo y leyendo todo lo que podía esperando que llegara mi príncipe azul y por fin me despertase.

Mi madre me contaba que cuando ella era pequeña, estamos hablando de hace unos 90 años, los libros de historias y las novelas estaban muy mal vistos. Un día encontró un libro que leyó a la luz de una vela de escondidas en su habitación por la noche. Le encantó la historia. Cuando lo acabó se sintió en pecado y decidió quemarlo a escondidas en el bosque para que nadie lo encontrara ni supiera qué había hecho. Ese libro era Un capitán de quince años de Julio Verne. Debo agradecer a su trauma que mi madre me comprara libros, favoreciera que fuésemos a la biblioteca y me reforzara el amor a la lectura de todo tipo. Disfrutar de leer es algo que ningún niño debería perderse.

Si quieres aprender más sobre cómo favorecer una crianza que lleve a la armonía familiar, apúntate a mi programa on line Crecer en Familia.